Júrame que te conocía. Y que eramos
amigos. Júrame que me oíste clamar en la oscuridad, que no oliste la
podredumbre en mi aliento, y el fuego de la locura en mis ojos.
Júrame que no vomitaste al mirarme, que no hablaste a mis espaldas y
sentiste mi dolor.
No era tan difícil :¿No te era más
fácil ignorarme?
Tal vez fue mi culpa, pero te brindé mil veces la oportunidad de beber del Oblivión, y vivir feliz sin
mi.
Ahora, “amigo”, te dejo morir una
vez más. No me hables. Cayeron los artificios, muertas están las
mentiras.
Bebe del Oblivión.
¿No lo ves? No puedo dejar de ser yo.
No puedo arrancarme la piel.
Bebe del Oblivión.
Jamás me cambiarás. Y lo que me
hiciste conocer...
Bebe del Oblivión.
Cada palabra mía fue un aguijón. Lo
se. Me equivoqué. Jamás debí decir lo que dije.
Bebe del Oblivión.
No leerás estos versos. Será así:
Bebe del Oblivión.
Te recordaré siempre. Pero tú puedes
olvidarme. Y lo harás..
Bebe del Oblivión.
Es el precio, tu alma por tu cuerpo.
Así sea. Pero dame por muerto.
Bebe del Oblivión.
Sumerge tu ser en sus aguas. Piérdete
en su corriente. No me encontrás en la nueva vida. Tu vida. Dejame
en mi muerte. Dejame en el fuego del averno. Sufriendo, es mi
castigo.
Lo siento. Tú... mi hermano. Olvidame.
Bebe del Oblivión.
Te has inspirado en la tarde de ayer?
ResponderEliminarSi, nada como una tarde de lienzo y una noche oscura para escribir sobre el Oblivión.
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