A una lágrima:

Contemplaba yo tiempo atrás el mundo desde el otro lado del cristal; un cristal resquebrajado que distorsionaba la realidad haciéndome ignorarla casi por completo.
Aquello no me preocupaba; si el cristal no me impidiese ver, ya se encargarían mis ojos nublados de llevar  a cabo dicha tarea.
De vez en cuando me acercaba al cristal y el viento de mis bronquios corría a quebrarse contra él, mi dedo dibujaba entonces un corazón irreal sobre ese viento convertido en vaho.
Se estaba bien allí. Hacía frío, y se estaba vacío. Pero no me faltaba tristeza que retratar , lo cual me mantenía distraída casi siempre de lo que había al otro lado del cristal.
Mi mente aceptó como verdad absoluta que en aquel nido cristalizado vacío sólo estaba yo, y que siempre lo estaría.
Y, completamente convencida de ello, ni siquiera me tomé la molestia de girarme para comprobar si efectivamente estaba sola.. o no.

Y así vivía yo. Estar triste me hacía inmensamente feliz.

Pero un día, sin previo aviso (como en la mayoría de los grandes principios) oí cómo el cristal se agrietó con un "crack" de rebotó por todo el nido. Me giré asustada hacia el foco de aquel estruendo y allí estaba.. había alguien más allí; alguien que luchaba por derribar el cristal y salir de allí.

Yo nunca había estado sola. Él tampoco lo había estado.
Pero ninguno lo sabíamos.

[...]

Dicen que hay personas que son como dos gotas de agua.
Nosotros sólo somos dos lágrimas que resbalan por este cristal roto que es nuestra tragedia.


2 comentarios:

  1. Estoy empezando a viciarme a este blog...

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    1. Eso nos hace cumplir nuestro objetivo de llegar a la mente de, al menos, un persona.

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