Yo soy yo.
Soy libre de escribir lo que quiera.
Nadie me tapará la boca. Morderé los dedos de quien lo haga.
La libertad de uno es la ruina de la
del resto. El pacto de la sociedad es decir un “no me manosees y no
te tocaré demasiado”.
Temo hacer daño. Las palabras duelen
como puñetazos. Lo siento. La verdad es la verdad independientemente
de que escriba sobre ella o no. Tal vez me equivoque, tal vez alguien
sufra en vano. Pero la duda es la muerte de las ideas. Y tengo
demasiadas ideas.
He probado el veneno. Me quema por
dentro. Pero me hace sentir vivo.
No busco ya la estética sin cabeza. No
busco impresionar a nadie más que a mi mismo. Me gustaría
impresionarme.
-¿Que piensas cuando haces arte?
-Pienso siempre en los mismo. Yo. Yo,
yo, yo, yo, yo, yo. Con variaciones. Yo, yo, yo, ÉL y yo, yo, yo...
¡Sexo! yo, yo, yo...
Nacemos con el llanto en los labios.
Pero no voy a llorar más. Me morderé los labios, hasta que sangren.
Pero no dejaré que salga una sola lagrima. No más lagrimas de esas.
De las otras, si. Pero no más de esas. Un llanto común no le presta
atención nadie. Si tu llanto no es especial, más te vale callarte.
No se si mi llanto es especial. No me
importa. Es lo que soy. No voy a cambiarlo. No puedo. Si no puedo
cambiarlo, al menos voy a disfrutarlo.
Trabajaré.
Duro. Muy duro... hasta que duela. Y lo
voy a disfrutar.
No me importa lo mal que suene. Soy mis
palabras, y me acepto a mi mismo.
Nada me importa ya. El hombre al que
amo murió cien años antes de mi nacimiento. No me importa. El amor
es una idea sobre ideas.
Mi trabajo es mi vida. Mi trabajo es
creación. Soy creación para la creación. Pienso. Pienso y actúo.
Trabajaré hasta el final. Todo lo que sea necesario. No dormiré
hasta que lo logre. Sin descanso. Algo me empuja a ello. Tal vez mi
locura. Tal vez mis sueños.
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