Tristes poetas de calle, eso somos.
Cada pisada es un verso roto;
cada caída es un acento.
Cada mañana un nuevo encuentro;
cada mirada un ojo tuerto.
Andamos en la desidia, caminamos de puntillas.
Otro paso es una rima en asonante;
otra caída un nuevo aprendizaje.
Otra noche en soledad, mil lágrimas que secar;
otra percepción menos natural.
Poetas caminantes, inhibidores del desastre,
creadores de noches en las que el pensamiento es quien mande.
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