Soneto a la Ciudad Vieja


Doble arcada como la noche obscura
sobre la que se alza la ciudad vieja.
Yo aguardaba en mi lado de la reja
protegido en esa mansión segura.

Sintiendo del tiempo la mordedura
a mis ojos el cielo se despeja.
Viviendo lo que se desaconseja
por mil años cada sentir perdura.

Camina en cada uno los callejones,
apóyate con placer en la piedra
y abandona las calles de la hambruna.

Prepara suficientes corazones
pues quien de verdad ama jamás medra.
Casas hay muchas. Catedral, sólo una.


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