Soneto Primero


Abortado al mundo rozando espadas,
soy hueso, carne, fealdad sin alma,
luchando por encontrar esa calma
y esa belleza siempre deseadas.

Mil penas pasadas, son demasiadas,
no hay suerte y fuerzas faltan en mi palma,
sin cesar la tormenta, el mar no encalma
se hunde mi barco en sus aguas saladas.

Se clavan mis dedos en el papel:
arrancando negras deformidades,
apuntando una pistola a mi sien.

El arte hierve frío bajo mi piel.
Muerto lejos de vuestras santidades,
mi nombre será Sebastián Vulmén.


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